EUROPA
PRESS
17 mayo
2018
¿Condiciona
la obesidad el riesgo de empezar a fumar?
Ser obeso se asocia con un mayor riesgo
de empezar a fumar y la frecuencia de cigarrillos por día, según un estudio
publicado en 'The BMJ'. Estos resultados sugieren
fuertemente que la obesidad influye en el comportamiento de fumar, lo que
podría tener implicaciones para las intervenciones de salud pública con el
objetivo de reducir la prevalencia de estos importantes factores de riesgo,
dicen los investigadores.
Es bien sabido que los fumadores tienen un peso corporal más
bajo en promedio que los no fumadores, pero tienden a aumentar de peso después
de dejarlo. Sin embargo, los fumadores activos que fuman más intensamente
tienden a pesar más que los que fuman poco. Aunque esto puede deberse a otros
factores del estilo de vida, como la inactividad física y la dieta poco
saludable, también es posible que la obesidad pueda influir en la absorción y
la intensidad del tabaquismo.
De hecho, la evidencia genética sugiere una posible base
biológica común para las conductas adictivas, como la adicción a la nicotina y
una mayor ingesta de energía. Si se pudiera establecer que la obesidad influye
en el comportamiento de fumar, esto tendría implicaciones para las estrategias
de prevención que apuntan a reducir estos importantes factores de riesgo.
Para comprender mejor estas interacciones, un equipo de
investigadores con sede en Francia y Reino Unido se propuso determinar si los
marcadores genéticos asociados con la obesidad desempeñan un papel directo
(causal) en el comportamiento del fumador.
Analizaron variantes genéticas con efectos conocidos sobre
el índice de masa corporal (IMC), porcentaje de grasa corporal y circunferencia
de cintura para casi 450.000 individuos de la base de datos de Biobank de Reino Unido y del Consorcio Tabaco y Genética
(TAG, por sus siglas en inglés) usando una técnica llamada asignación al azar
mendeliana.
El incremento del
IMC eleva la frecuencia con la que se fuma
El análisis de la información genética de esta forma evita
algunos de los problemas que afectan a los estudios de observación
tradicionales, haciendo que los resultados sean menos propensos a factores no
medidos (de confusión) y, por lo tanto, más fiables. Por lo tanto, es probable
que una asociación que se observa utilizando la asignación al azar mendeliana
refleje una relación causal.
Se evaluaron tres medidas del comportamiento del hábito de
fumar: el tabaquismo actual y el pasado, el número de cigarrillos fumados por
día y la edad de inicio del tabaquismo. La edad promedio de los participantes
en el estudio fue de 58 años. Los resultados muestran que cada aumento de 4,6
Kg. /m2 en el IMC se asoció con un incremento del riesgo del 18 por ciento de
ser fumador en el Biobank de Reino Unido y un aumento
del riesgo del 19 por ciento en los datos del consorcio TAG.
También se estimó que cada incremento en el IMC aumentaba la
frecuencia de fumar en alrededor de un cigarrillo por día (0,88 en el Biobank de Reino Unido y 1,27 en el consorcio TAG). Se observaron
resultados similares para el porcentaje de grasa corporal y la circunferencia
de la cintura, y fueron consistentes tanto en hombres como en mujeres.
Los investigadores señalan que, al igual que con cualquier
análisis de asignación al azar mendeliana, se hicieron varias suposiciones, y
no puede descartarse la posibilidad de que los factores sociodemográficos
puedan haber influido en los resultados. Sin embargo, según datos genéticos
exhaustivos de casi 450.000 personas, este estudio proporciona evidencia de que
las diferencias en el índice de masa corporal y la distribución de grasa
corporal influyen en distintos aspectos del comportamiento de fumar, incluido
el riesgo de que las personas comiencen a fumar o
dejen el tabaco.
"Estos resultados destacan el papel de la obesidad para
influir en el inicio y el abandono del hábito de fumar, lo que podría tener
implicaciones para las intervenciones de salud pública que pretenden reducir la
prevalencia de estos importantes factores de riesgo", concluyen.